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Me gusta pensar que el trabajo que hago en mi taller es escribir historias con el color de la seda que solo la piel lee.
Pero no tienen por qué ser mis historias, pueden ser las tuyas.

Puedes encargar un pañuelo para alguien, alguien que entenderá qué quiere decir ese amarillo, o que sabrá ver el día exacto del que le hablas en dos hojas de otoño dibujadas en la seda. O un pañuelo para ti, para vestirte de tu belleza, por que sí. Puede, por ejemplo, que la felicidad por el momento que yo interpreté en verdes y que pinté así en un pañuelo, tú la vivas en naranjas, o en rosas; me encantará escucharlo y pintarlo en los colores que me cuentes.